Los domingos son el mejor día para visitar toda esta zona, ya que además de poder cruzarte con las bodas en el Meiji-jingu, y a las chicas de Harajuku reunidas en el Jingu-bashi, a la entrada del Yoyogi-koen se reune cada domingo el Tokyo Rockabilly Club. Alrededor de unos 20 rockeros y rockeras que parecen extras de una versión japonesa de Grease, se dan cita hasta aquí hasta en los días más calurosos de verano, muchos de ellos sin despegarse de sus chaquetas de cuero.
Este grupo de gente se ha reunido en este lugar del parque desde los años 80, pero a mediados de los 90 la policía de Tokyo decidió por alguna razón que eran indeseables y los expulsó. El hueco que dejaron en el corazón de Harajuku fué cubierto desde esta época por las chicas que vimos en el anterior post. Ahora el Tokyo Rockabilly Club vuelve a estar presente cada domingo, aunque parece que no haber renovado su sangre, pues estos rockeros, aunque no han perdido la marcha y la capacidad de bailar toda una tarde, son de todo menos jóvenes.
Quizás parte del espíritu que tenían estos rockeros en su juventud se ha perdido hoy en día, de rebeldes sin causa han pasado a ser atracción turística, sus pintas y tupés imposibles atraen a los gaijins como yo, que se quedan un rato haciendoles fotos y videos. Si además te gusta el rock, disfrutaras de un buen rato de buena música de los años 60, cualquier rock bailable tiene cabida aquí, desde el autóctono hasta la sesión de los Beatles que nos tragamos.
En este punto perdimos a Lolo, y Pablo y yo nos quedamos viendo los bailes rockabilly durante media hora, hasta que convencidos de que habíamos perdido definitivamente a Lolo (lástima que fuera el último día de viaje y no el primero), seguimos nuestro camino. Los domingos por la tarde, el parque se llena de grupos de música que dan conciertos gratuitos (muchos de ellos anunciando conciertos que darán ese mismo dia en alguna sala de Shibuya). Vimos algúno que otro con un considerable numero de gente, todos en un espacio muy reducido, con algunos la gente enloquecía, hasta pareciam tener su propio grupo de fans en primera fila (de las tres filas de gente que caben).
Por todo el parque te puedes encontrar a gente tocando los tambores, haciendo deporte, bailándo claqué (hay una area especial con una superficie de madera apropiada), y alguna que otra cosa curiosa. Nosotros vimos a lo lejos a gente luchando con espadas de madera, asi que nos acercamos, y resulta que era un ensayo de una obra de teatro, con temática samurai. Nos sentamos a verles (eramos los únicos) y nuestra ovación al final les hizo ilusión.
También encontramos otra zona del parque en la que la gente bailaba techno a todo volumen, son unas mini-rave gratuitas y suponemos que legales (más), y al parecer se dan sobre todo en verano los domingos. Un poco más adelante nos volvimos a reencontrar con Lolo cuando lo dábamos completamente por perdido (el mundo es un pañuelo), y continuamos nuestro camino por Tokyo. La última tarde de nuestro viaje empezaba a llegar a su fin.